Embarazos en jóvenes cristianos

Mientras regresaba de almorzar junto a mis compañeros de trabajo, uno de ellos me preguntó la razón por la cual en la iglesia de su mamá tres jovencitas adolescentes quedaron embarazadas en los últimos tiempos a pesar de ser cristianas. Él supone que casos como estos no deberían suceder entre creyentes y se alarma al comprobar que la frecuencia es más alta que fuera de la iglesia. Su suposición no es descabellada. En una pareja de jóvenes cristianos hay más probabilidades de que ocurra un embarazo que en otra que no lo es, por dos razones simples: buena intención e inexperiencia.Estas cosas son difíciles de mencionar en determinados ambientes, pero es una dura realidad: la buena intención y la inexperiencia se conjugan para aumentar la probabilidad de embarazos entre jóvenes cristianos. Ellos se preocupan menos por adquirir información al respecto (usar el condón, por ejemplo) o descartan la posibilidad de protegerse (ir comprarlo). He conversado con muchos jóvenes creyentes que han embarazado sus novias y muchas jovencitas que han sido madres solteras, lo que he encontrado es que en gran parte de los casos se embarazaron en su primera vez y en muchos otros ni siquiera hubo penetración. Ellos intentaron mantenerse puros durante dos o tres años y en un momento de debilidad cedieron.
De todos modos ―le decía a mi compañero de trabajo― aunque ambos casos tienen el mismo resultado no comparten el mismo trasfondo. Regularmente, cuando una joven no cristiana queda embarazada fuera del matrimonio ya tiene muchos años de vida sexual activa. Su experiencia sexual le había evitado el juicio social, pero se rompió el condón o falló la medicación. Esto es incomparable con el de la joven cristiana que durante años se mantuvo firme ―su intención era no hacerlo―y en un momento de debilidad falló, pues lo que para ella era un pequeño desliz le dejó una enorme consecuencia.